Las películas, el re-curso de hoy o el Trauco encadenado.
Desde nuestra antigüedad como humanidad han existido relatos que han abrigado centenares de vidas, relatos que acompañaron a personas desde que aparecieron en vida por primera vez hasta que su luz se apago por completo. En la antigüedad era de común conocimiento historias que se desenvolvían en personajes comunes y corrientes y otros que eran sorprendentes por su escasez. Estas historias eran de transmisión oral, contadas por los más viejos a los más jóvenes.
Eran aprendidas y modificadas a lo largo del tiempo, agregando nuevos sucesos o quitando otros.Eran espacios para la fantasía, para encontrarse a sí mismo, para reconocerse en lo más íntimo. Esas historias eran contadas, se sabían popularmente, mas hoy casi ya todas están olvidadas, porque de aquellos que crecieron con esas historias, ninguno de ellos vive. Sus registros se han perdido. Sólo viven los que vieron morir a los primeros, entre ellos personas que conozco. Y mirarlos, es mirar a veces complejas figuras que súbitamente sé que se diluirán como aquellas historias.Ya nadie mata dragones, nadie sube montañas imposibles, nadie explora ignotos lugares. Y es porque el hombre postmoderno ya no cree en nada. Cree que todo le esta dado, y que nada puede hacer. Cuando el todo esta dado, no hay espacio para que un algo sea ganado. No nos atrevemos a matar los dragones, solo inventamos historias de alguien que los mata y se pone eso en un guión.El terreno de la creencia perdió su lugar real, hoy por hoy la creencia está en el lugar de la imaginación. Es decir, que de alguna manera el postmoderno Hombre o postmoderna Mujer cree que lo que se cree no existe y es por eso que cree, porque la creencia es irreal (distinto es creer a saber). Por ser irreal es imaginaria y no es más que un débil corcho que impide que todo su contenido sea derramado en la cruel realidad. El hombre post moderno es por ontonomasia, desconfiado, perdido, se siente utilizado y sin Dios. Esos que aun defienden a la persona de Dios parecen de otras épocas, ¡bichos raros!, y deberían ser mirados con envidia.El punto es que la necesidad no cambia, y debemos crear nuevos mitos para cursar de nuevo aquello que nos actualizan estas historias. Cursar aquello que nos constituye… la piedra angular invisible de la cual fuimos hechos. Las películas son entonces el re-curso de hoy.
En este curso repetido, repetimos lo perdido. Sino como explicar de alguna manera el fenómeno Star trek, Star wars, El señor de los anillos, El planeta de los simios (versión antigua, para los más viejos), y quien sabe que más. Las hordas humanas se vuelven locas con estas películas.
Aquellos que sientan pasión por esas películas mírense a sí mismo y digan que de poderoso tiene de ver a un hombre de negro oculto en metal, que corta la mano de su oponente y le anuncia con ello la llegada de un nuevo y existente padre a su vida. Piensen y nos damos cuenta que de alguna manera esa película no es sólo una película.Para mi, resulta fascinante darme cuenta continuamente que caminando por el sur de chile, aun podamos encontrar en pueblos que parecen congelados en el tiempo, personas que viven en una tierra surrealista que se resiste a morir… ¿Serán los fríos? ¿Serán las distancias? ¿Será que no quieren perder lo suyo? ¿Será que simplemente no hay por que cambiar lo que esta bueno, aquello que proporciona sentido y cohesiona? Si algún habitante de mi país que viva en el sur porque allá le toco nacer y no porque tuvo un golpe de suerte de arrancar para rehacerse allá de nuevo, le mostramos una película como Star wars, ¿se sentiría fascinado o encontraría que su realidad supera aquella ficción? Después de todo el Trauco no tiene nada que envidiarle a Yoda. Yoda tendrá poderes, pero es al Trauco al que se debe mantener encadenado.Ojala estas cadenas nunca se corten, para que no se nos arranque.